LA VIDA EN TURQUÍA

Voy a contar algunas de las cosas que más me han llamado la atención sobre Turquía.

Ya es la segunda vez que visito el país, la primera fue hace 7 år, con Patri y también recorrimos en coche parte de Anatolia.

Creo que el mundo se está GLOBALIZANDO a marchas forzadas. Y Turquia aún más rápido.

En aquel viaje nos metimos en pueblos remotos y los encontramos auténticos, diferentes a cualquier cosa que hubiéramos visto antes, con sus bares llenos de hombres y ni una sola mujer, con sus animales de tiro sueltos, tan curiosos con nosotros, extranjeros…

Pero en este viaje nos ha costado muchísimo más llegar a esa Turquía profunda. Por contra hemos encontrado hasta en las zonas más rurales centros comerciales clónicos con los que pueda haber en Valencia, con sus Zaras, McDonalds y C&A exactamente igual que en cualquier otro lugar del mundo. Las infraestructuras, carreteras, alumbrado, pavimentos etc, han mejorado mucho. El país lleva varios años de trepidante crecimiento económico.

El Gran Bazar esta vez nos ha parecido como un inmenso mercadillo de el Cabañal o cualquier otro lugar. La vez pasada me hinché a comprar cosas. Los vendedores de alfombras, por ejemplo, parecían recién llegados en camello del desierto. Como salidos de las “mil y una noches”. Ahora llevan un smartphone mejor que el mío, te dan una tarjeta de visita y tienen la tienda con página en Facebook. No es que no exista la Turquía de siempre, la rural, la de las ancestrales costumbres; pero está despareciendo. Del mismo modo que despareció el estilo de vida de los pueblos de España.

Mercadito del Cabanyal. … Nooo! son los alrededores del Gran Bazar!

En Afyon, un pueblo rural de la Anatolia central, tuvimos la suerte de que nos invitaran a una boda. Había dos celebraciones, juntas pero separadas. Una para los hombres y otra para las mujeres. En las dos tenían a su propio hombre orquesta, algo así como el gitano que toca el teclado casio por la calle en España, y tenían su baile por separado. Genial la experiencia.
Pero también hemos conocido a un montón de turcos jóvenes que hablan perfecto inglés, que han viajado o vivido en otros países y que encajarían perfectamente en cualquier lugar.

Turquía simboliza como ningún otro lugar el CONTRASTE entre tradición y modernidad, entre Oriente y Occidente, entre Europa y Asia. Aquí es donde para lo bueno y para lo malo Oriente y el islam se diluyen y asimilan al resto de el mundo. Es el único país musulmán laico, el único en el que no se confunden religión con ley, delito con pecado. Eso es un gran lujo que le deben a Ataturk, quizás el mejor turco que en el mundo ha habido.

Cinco veces al día los imanes luchan contra esto. invocan al rezo desde los altavoces y a un volumen atronador cantan sus mantras: “Alá es el único dios, yo doy fe de que es el Dios único y verdadero…. ” Para nuestro disimulado cachondeo parecen “cantaores” de cantejondo compitiendo unos con otros. Incluso a las cinco de la mañana cantan a todo volumen y aterrorizan a todos los perros de alrededor, que aúllan asustados haciendo los coros del concierto. Más de uno pensara que hasta los perros reconocen y rezan al único dios verdadero…
Puede que no lo parezca, pero estas propagandas son muy efectivas.

Para mi el mayor símbolo de esta lucha en Turquía es el pañuelo. Entiendo que cada vez que una chica se pone un pañuelo esta aceptando que no debe llamar la atención; que debería reservarse para su hombre y no alternar gratuitamente con otros, y que debería evitar cualquier iniciativa. Que acepta el rol secundario que le ofrece la tradición. Muchas personas, especialmente en Estambúl y otras ciudades están en contra de el pañuelo, que es muy habitual en el este y en las zonas más rurales.

Chica con pañuelo en 2007

Estos chicos viajan por turquia haciendo auto-stop. Cuando les cogimos nos contaron su éxito arrollador en la experiencia. Se los estaban intentando sodomizar una vez tras otra. Turquía no deja de ser un país musulmán y el Temita, tu ya me entiendes, está fatal. Ya se sabe. Donde no hay lomo….

Y otra cosa. La tradición que me resulta sumamente molesta es la del regateo. Al principio puede hacerte gracia. Pero luego eres consciente de que automáticamente te están duplicando los precios de entrada por ser occidental, y que sólo discutiendo largo tiempo puedes enmendar en parte está injusticia. Imaginemos que te gustan unos pantalones. Si te los pruebas y después haces una oferta estás vendido, el turco ya sabe que te gustan y te multiplica el precio. Pero si negocias el precio antes quizás estés discutiendo en balde, y puede que cuando te los pruebes no te gusten tanto.

Por qué pondrán una tinaja en cada tumba?

Zerze y Gulsah, modernas estambuleñas

Por mi parte llego agotado de este viaje, tras más de 11.000 kilómetros y dos meses viviendo en la furgoneta. Llego con un brazo medio roto y ganas de tranquilidad, con lo que cancelo el viaje que tenía previsto a Corea este Septiembre.

La Vía Licia

Parque nacional del Uludag

Efessos

Pamukale