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Février 17

LA TRAMPA DEL DINERO Y LA FELICIDAD

(Nuevo capítulo que incluir en una futura edición del libro "Cómo hacerse rentista")

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Las personas somos ridículamente malas cuando jugamos a suponer dónde encontraremos la felicidad. Nos equivocamos continuamente. Cuánta razón lleva ese refrán budista que dice: “Cuidado con lo que deseas… ¡no sea que ocurra!"

¿Cuántos buscaron su Nirvana opositando largos años sin ver la luz del sol para acabar con esa… “alegría” que emanan los funcionarios de las administraciones públicas?

La felicidad es un animal esquivo. A menudo no la encontramos donde se supone que debe estar y sin embargo, en otras ocasiones nos sorprende donde no se le espera.

Esto es, entre otras cosas, porque con frecuencia confundimos el contenido con el continente, el pastelito con la funda, las circunstancias con la sustancia. La publicidad contribuye a ello, nos incita a gastar y nos vende como felicidad los productos que nos quiere colocar.

Vemos a una pareja elegante, en un restaurante de lujo, sonrientes, brindando con cava entre las reverencias de camareros apingüinados… y atribuimos esa felicidad al lujo que irradian. Sin embargo la felicidad no tiene nada que ver con el dinero gastado. La felicidad está en el amor, en la pasión o en la ilusión que esa pareja pueda provocarse el uno al otro, pero no en el decorado que elijan para su función. Si esa pareja ha entrado en una relación destructiva, por muy caro que sea el restaurante pasarán un mal rato.

Lo mismo ocurre con un crucero. La publicidad nos venderá que con todos los lujos a bordo navegaremos hacia la felicidad. Y puede que así sea… o puede que no… Y es que la felicidad no depende de la calidad de lo que consumamos, ni de la comodidad. Tendemos a confundir la felicidad con la calidad de lo que consumimos… pero no tienen nada que ver. Podremos ser igual de felices, o no, en un viaje como mochileros. Podemos encontrar la felicidad en un cocktail de lujo, y podemos encontrarla en un botellón con los amigos.

Tampoco encontraremos la felicidad en el confort. Podemos buscar la habitación ideal, perfecta temperatura, comodísimo sofá, hilo musical… ¡al rato nos subiremos por las paredes de aburrimiento!

Y es que la felicidad no está en el lujo, ni en el dinero que se gasta, ni en el confort. La felicidad estará en la compañía, en la amistad, en el equilibrio emocional o en donde diablos quiera que se encuentre.

Liberarse de esta trampa psicológica es fundamental. No debemos de desperdiciar nuestro dinero intentando comprar felicidad, es un imposible.

Por supuesto debemos gastar en tener las experiencias que nos hagan felices, pero otra cosa es buscar la felicidad gastando más dinero del necesario en lujos.

 

4 commentaires

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  1. Nour

    estas en lo cierto amigo Josan, por desgracia mucha gente gasta hasta el ultimo euro para tener un chute de supuesta felicidad. Gracias por compartir tus pensamientos!

    1. Elveranomaslargo

      Gracias a tí por pasar :)

  2. José Luis Torres Suescun

    Soy José Luis de Pamplona sobre el tema de este artículo Josan se me ocurre que quizás el mito de la felicidad resida en ese trocito de nosotros, el alma, que es quien determina nuestros sentimientos, nos permite dormir bien a la noche y hace que sintamos calma.
    Lo que es felicidad para unas personas a veces no significa nada para otros. Es intangible y no se puede medir.

    1. Elveranomaslargo

      Desde luego que si. La felicidad es “un animal esquivo” que cada cual puede suponer en un sitio diferente, y no seré yo quien descubra dónde está.
      En el artículo quiero incidir en la grave equivocación que supone querer “comprarla” con dinero
      Gracias por pasar

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