Corea. Estancia en el templo budista de Golgulsa

Una vez más, y ya van tres, me encuentro recorriendo Corea de cabo a rabo. Caminando sus principales rutas de senderismo, durmiendo en sus divertidas guesthouses con dormitorios comunales y visitando a mis ya bastantes amigos y conocidos en el país. Una cultura que me fascina, con su fuerte personalidad, todavía mantiene su sabor propio en este mundo cada vez más igualado y globalizado.

Cada vez soy más dado a reincidir en los países que me resultan fáciles y agradables, y más reacio a descubrir los que nunca he estado. No es mi meta el poner banderas a los países nuevos que visito, más bien intento hacer lo que me apetece en cada momento.

Mi viaje a Filipinas el año pasado sin duda no me animó a explorar nuevos lugares. No tengo ganas de pasar penurias, y aunque me esté perdiendo lugares impactantes ya no estoy tan dispuesto a arriesgarme. Será el tiempo, será la edad o serán los miles de kilómetros en la mochila; pero prefiero lo fácil y bueno conocido a lo bueno por conocer. A partir de ahora quiero aprovechar las oportunidades conforme surjan. Me reservo los sitios a los que nunca he ido para cuando se dé la ocasión adecuada, sea un viaje organizado en grupo, tener amigos a los que visitar viviendo en el lugar o cualquier otra oportunidad. Fluir, en definitiva, en la dirección que soplen las casualidades.

En el templo budista de Beomeosa los visitantes que así lo deseen son bienvenidos, previo pago (50 euros/día pensión completa) a quedarse en el templo y participar en todas las actividades. Hasta allí llegamos David y yo, por mi parte buscando un lugar tranquilo donde centrarme en mi libro, aunque al final apenas pude avanzar.

La vida en el templo, seas monje o visitante, es agotadora, estresante. El día apenas tiene horas en las que embutir ceremonias religiosas, práctica de artes marciales, trabajo, meditación, práctica de tiro con arco, ceremonia de las 108 inclinaciones (sentadillas), ceremonia del té, charlas de orientación teórica y tres comidas al día.

La jornada comienza a las 4.00 AM, todavía en noche cerrada, subiendo hasta el pico de la montaña. Allí comienza el día con meditación, meditación caminando y la ceremonia de las 108 inclinaciones o reverencias. Y así continúa de intenso hasta las 10 PM.

Meditación caminando al amanecer

Se trata en definitiva de una “Iniciación al budismo”, y me ha resultado interesantísima. En contraste con las religiones monoteístas, me llama la atención la ausencia de dogmas sagrados, de explicaciones de la totalidad de nuestra existencia, de mandamientos sobre cómo debemos actuar y sobre todo la ausencia de castigos si no te crees esos dogmas o actúas en base a sus ordenanzas.

El budismo parece más una actitud introspectiva de búsqueda de la paz interior y respeto a la naturaleza. Eliminar el dolor y la frustración eliminando el deseo y la expectación. Ser capaz de controlar el incesante runrún de nuestros pensamientos a través de la meditación.

No tienen su propio dios, no te cuentan de dónde viene el hombre, ni cuántos días tardaron en crear el mundo. Tampoco te ordenan cómo tienes que actuar. No hay guerras santas, ni yihads, ni cruzadas. No hay pecados ni culpas previas, ni por tanto perdones.No hay pueblos elegidos ni pecaminización del sexo Es una religión muy poco proselitista, no buscan expandirla y por ello con frecuencia pierde terreno frente a otras doctrinas mucho más agresivas en su expansión, como adventistas, testigos de Jeovah, mormones…

Me han encantado alguna de las actividades. Por ejemplo el tiro con arco. Y también el “Sunmudo”, arte marcial que te estira hasta donde creías que no llegabas y te da un gran control de tus movimientos.

Pero la actividad estrella es la meditación.

La meditación aporta a quienes la practican con asiduidad gran serenidad. Permite cortar ese runrún incesante de pensamientos que no han sido invitados, todos los que dan vueltas hasta retorcer lo ocurrido en el pasado, y todos los que visionan situaciones que posiblemente nunca ocurran. Si son los pensamientos los que provocan nuestros sentimientos, tener control sobre qué pensamos nos dejará elegir nuestro estado de ánimo.

Hablo de oídas. Hasta el momento soy incapaz de controlar lo más mínimo cualquier pensamiento, ni de vaciar la mente ni de centrarme en mi respiración tal y como enseñan.

Pero algo tiene sin duda, son legión los que la practican y recomiendan. En occidente, la meditación budista ha sido desprendida de cualquier significación religiosa para convertirse en el “Mindfullness” , una disciplina con millones de adeptos.

Van unas fotos de Corea: